El profesor nativo
Son muchos aquellos que optan por un profesor nativo. Incluso en muchos centros escolares se incluyen como apoyo al docente titular para aportar un plus a la segunda lengua extranjera y obtener cierto estatus frente a otros centros que no cuentan con esta figura. Pero, ¿aporta realmente un valor añadido contar con un profesor nativo?
Algunos de los puntos positivos que posee este perfil es, a priori, el conocimiento del idioma. Parece una obviedad el decir que, si has nacido en un determinado país, conoces a la perfección la lengua. Aparentemente, un profesor nativo no se encontrará problemas de corte gramatical o de falta de vocabulario. Además, contamos con una pronunciación natural –que no estándar- en la mayoría de casos.
Sin embargo, esto no tiene por qué ser cierto en todos los casos. Parémonos a pensar por un instante en aquellas personas con las que nos relacionamos en nuestro día a día y que comparten nuestra lengua materna. ¿Somos todos un ejemplo impecable de vocabulario y gramática?, ¿sabríamos explicar de manera eficiente a un extranjero algo tan complejo como el uso de ser y estar en español? Y, sobre todo, ¿estamos capacitados para enseñar español a un extranjero únicamente por el mero hecho de que sea nuestra lengua materna? Conocer una lengua no implica automáticamente que sepamos enseñarla ya que, para ello, hacen falta unos conocimientos y formación que no nos vienen dados simplemente por haber nacido en tal o cual país.
Y, tal vez, esta pueda ser una de las dificultades que algún profesor nativo acusa: una posible falta de formación. La mayoría de profesores que podemos encontrar en academias, centros escolares o de forma particular suelen compartir el mismo perfil: gente joven cuya formación no tiene nada que ver con la enseñanza (y mucho menos con la de su propia lengua) pero cuyo pasaporte les abre las puertas de un campo laboral en el que carecen de formación o experiencia. Una idea que, si la extrapolamos a otro tipo de trabajo, nos parece impensable.
Si nos encontramos ante un profesor nativo que además está cualificado para ello y cuenta con la experiencia y la vocación necesarias, entonces podemos tener delante una excelente opción. De lo contrario, no aporta gran cosa e incluso puede ir en detrimento de nuestro aprendizaje.
El profesor bilingüe
Al otro lado del espectro tenemos al profesor bilingüe. En nuestro país suele tratarse de españoles que cuentan con formación y experiencia en la materia y que, en muchas ocasiones y por desgracia, están denostados por el estatus que supone contar con un profesor nativo en plantilla. Pero, ¿qué aporta un profesor que no es nativo, pero sí bilingüe y que, además, está cualificado para enseñar un segundo idioma?
Lo primero es la empatía con el alumnado y la experiencia de aprendizaje. Para alcanzar ese nivel de competencia que poseen en la actualidad, esa persona ha atravesado un largo camino en el que ha tenido que superar una serie de dificultades. Por tanto, sabe perfectamente por lo que están pasando los alumnos cuando se topan con un obstáculo y cuenta con las herramientas necesarias para que lo superen. Además, suelen tener mecanismos de enseñanza más adaptados al alumnado de nuestro país y pueden ofrecer una experiencia de aprendizaje más personalizada. Por tanto, y por contradictorio que parezca, compartir lengua materna con el alumnado es un punto fuerte y valor añadido, habilitándoles para realizar analogías lingüísticas de un modo que a un nativo le resulta imposible.
El segundo punto a destacar es la formación con la que cuentan. Generalmente, los profesores de inglés son graduados en Estudios Ingleses o Magisterio de Inglés. Muchos de ellos, además, cuentan con un Máster que les capacita como profesores de lengua extranjera e incluso con certificaciones en dicho idioma. Por tanto, la formación de un profesor bilingüe suele superar con creces a la de un nativo.
Native-like: la apuesta de Activa
En Activa llevamos más de 30 años dedicándonos a la enseñanza y somos especialistas en idiomas. Son muchos años a lo largo de los cuales nos ha dado tiempo a ver todo tipo de perfiles y contar con todo tipo de profesores, y en los que hemos experimentado de primera mano las luces y las sombras de cada opción.
Por ello, nuestra apuesta es el profesor native-like, es decir, aquel docente que tiene un altísimo conocimiento de la lengua extranjera, equiparable a la de un nativo, y que además cuenta con la formación adecuada que nos garantiza que está preparado para la docencia. Al tratarse de una persona bilingüe, conoce ambas lenguas por igual y facilita el proceso de aprendizaje a sus alumnos, adaptándose a sus necesidades, haciéndolo más accesible y sirviendo de modelo: si él lo ha conseguido, ellos también pueden.
Todo esto se traduce en un alto nivel de satisfacción, y es que no cualquiera puede enseñar un idioma simplemente por saber hablarlo.
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